jueves, 27 de enero de 2011

Me encanta la suplencia...

Me acuerdo aquellas épocas de chico, en que jugaba al fútbol infantil...
Cómo odiaba de corazón ser suplente, estar esperando el momento ese, único en que me tocaba entrar a la cancha, y dejar todo en diez minutos (quince como mucho) para llegar a disfrutarlo... Lo lindo en aquel entonces era saber que entrabas de una a jugar. Que hoy te tocó la cinta de capitán, y que usabas la camiseta Nº 2, como correspondía a tu posición y no la 6 porque eras suplente y las de defensor ya las usaban los titulares. Suerte que esto pocas veces me tocó (lo de ser el suplente del fútbol infantil) porque, sinceramente, no creo que lo hubiese aguantado por mucho tiempo...
Y hoy venís y me proponés lo mismo, pero es muy distinto. Hoy me invitás a ser suplente. A jugar cuando el titular se lesiona, o se cae, o falla. A jugar un martes, un jueves, un riesgoso viernes. O tal vez, un día clásico de titulares a una hora propia de suplentes (se me cruza, instantáneamente, el sábado a las 3:00 de la mañana).
¡¿Y qué te puedo decir?! Simplemente que he cambiado. Que me encanta la suplencia. Que me gusta la adrenalina que se genera cuando estamos ahí, jugando juntos y sabiendo que, en cualquier momento, el titular te manda un mensaje, o peor, te llama. O peor aún: Abre la puerta...

Short and Sweet.

Tincho G./

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